27 de febrero de 2011

A veces, cuando las acciones no alcanzan, se hacen necesarias las palabras.

"Recuerdo que esa mañana me levanté guardando la cobardía que me había acompañado las tres mañanas anteriores. Actuando por inercia. Cuando sabes que algo va a pasar, que algo horrible está a punto de suceder, sólo te dejas ir, hasta que ocurre. Recuerdo que llovía y que la mañana anterior te habían trasladado de habitación a otra más grande, éramos demasiados los que queríamos estar contigo.

Recuerdo que la noche anterior me había escapado, no hubiera soportado que nadie me hubiera deseado un feliz día en aquella situación; hubiera llorado, y no quería que me vieras llorar. Dentro de lo malo de la situación, entre la impotencia, la rabia, el dolor y el terror pasé la noche en uno de los pocos lugares en los que realmente me sentía protegida. En el único lugar de los posibles en el que creí que un “feliz día” no me hundiría del todo.

Recuerdo que entré temerosa por la puerta de la 803, ya habían empezado a dormirte, esperaste como una campeona para vernos por última vez. No me hubiera perdonado llegar tarde. Todos pensaron que los “más pequeños” estábamos demasiado tranquilos para lo que estaba pasando; en realidad, los “más pequeños” estábamos contando cuántas veces respirabas por minuto, torturándonos con cada expiración, por si era la última. Los “más pequeños” sabíamos que se iba el eje, y ningún engranaje funciona sin un eje.

Recuerdo algo más de ese día, algo que me hizo querer escaparme cada poco tiempo de aquel lugar. Todo el mundo hablaba de ti en pasado, sin embargo, tú estabas allí, ¡Seguías allí!, pero todo el mundo se estaba olvidando de eso.

Recuerdo que nos dijeron que era cuestión de horas, pero que no sabían de cuántas. Yo no pude más, no hubiera soportado esa espera en aquella habitación. Resulta que igual los que parecían más cobardes, eran en realidad los más valientes y él, la persona con la que compartiste tantos años de tu vida, se ganó un poquito de mi respeto en ese momento. Una pena que en ningún caso fuera suficiente como para compensar todo el que le había perdido en los últimos meses.

Recuerdo que cuando íbamos a irnos me acerqué a ti, te di un beso en la frente, a sabiendas de que sería el último e intenté decírtelo, o al menos susurrártelo. Aún nos oías, decían. Intenté decirte eso que siempre quisiste oír. No lo conseguí. Salí por la puerta.

Recuerdo que a las 08:11 de la mañana siguiente sonó mi móvil, “el más pequeño” me dijo: “Ya murió, ahora tienes que estar tranquila”. Los días siguientes pasaron por inercia y yo estuve en ellos por hacer algo, porque no me dejaron desaparecer, porque no me dejaron fundirme con mi cama. Y no volver a levantarme.

 
Ahora sólo me queda recordar. Sólo puedo recordar que jamás te dije que te quería, pese a que tú me lo decías todos los días. Te Quiero."




3 comentarios:

  1. Ili me he emocionado desde el principio hasta el final, con cada una de tus palabras.
    A veces la vida es muy puta, y muy jodida. Pero tenemos que continuar y seguir adelante.
    Y para llevarle un poco la contraria al título, a veces no hacen falta las palabras para demostrar lo que sentimos.

    Espero que tu esteas cada dia un pouquechiño mejor. Un besiño enorme! =)

    ResponderEliminar
  2. Recuerdo que eran las 9.33 de ese mismo día cuando te pregunté si todo seguía igual y como respuesta obtuve un jodido “si te digo que sí, te miento, y si te digo que no… no estudias”. Me hubiese gustado no entenderlo a la primera, ser ingenua, poder cerrar los ojos... Y como una persona muy educadita me pediste por favor que me fuese a chapar, y una promesa después: no coger un bus ni un tren. Y necesitaba leerlo, pues no podía asimilar lo que pensaba. Prometí que lo intentaría. Pretendí hacerte caso, no moverme de esta ciudad y seguir cosiendo redes. Y lo intenté, te lo juro, porque no fallo jamás a una promesa. Estuve tres horas intentándolo. Tres largas horas hilvanando pensamientos. Pero sentí que no eran lo mismo cinco kilómetros que ciento veinte, porque no lo son, y tuve que ir... donde hay corazón no manda la razón.

    ¿Sabes? Hay cosas que no se dicen, se sienten, y basta.

    También recuerdo otra cosa. Recuerdo que cuando llegué a tu casa y te vi salir… me acerqué a ti con toda la intención del mundo de darte ese abrazo que vía internet te dije que serías incapaz de negarme. No sé si era necesario, pero yo tampoco pude… yo tampoco lo conseguí. Solo espero que suceda lo mismo: que esa sea una de esas cosas que con sentirlas… baste, que tú sepas que está ahí. Es más, que yo estoy aquí. Nosotros estamos aquí. Y que en mi cabeza no cabe la idea de dejar nunca que la cama y tú seais una... y te caerás sí, mil veces más, pero siempre que tú lo permitas vas a tener quien te levante.

    ResponderEliminar
  3. El sentir se hace notar a simple vista, y para ello no hace falta ni decir ni mu. Y querer precisamente, es más bonito hacerlo notar que no decirlo.

    La vida es muy puta, sí, pero tú eres una campeona.

    ResponderEliminar