3 de abril de 2012

Él.

Él me regaló mis primeros zancos, para que viera el mundo desde otra perspectiva. Me sonrió cómplice desde al lado cuando no había que hacerle. Cortó leña en casi todos mis recuerdos y vivió cosas extrañas siempre sin preguntar desde ese puesto, desde una escena al más puro Romeo&Julieta a pie de ventana, hasta cómo dí de comer a un ratoncillo que se había quedado atrapado en un cubo y que hubiera tenido un triste destino si lo hubiera encontrado otra persona. él Me hacía un hueco en la cama, cuando era pequeña, para ver con él el Gran Prix y Qué apostamos!. Nunca oí una palabra más alta de su boca, o al menos no lo recuero. Él desayunó conmigo un montón de veces, no sé cómo hacíamos para coincidir su desayuno con mi llegada, poco duró esa época. Él es un hombre de pocas palabras. De alguien tendría que heredar yo la cautela.