15 de marzo de 2012

La mitad de lo que hemos vivido hace más ruido que el ruido de un cañón.



Me acompañaron mi primer día de cole para que el cambio no fuera tan brusco, para que no me asustara. Me acogieron cuando no tenía dónde vivir. Me dieron café absolutamente todas las tardes y me dejaron tumbarme en sus camas por horas cuando no quería ir a clase, la cama de Gonzalito fue más mía que suya durante esos años. Paseamos por la zona vieja todos los días. Noches de chocolatada, cena china, Picanha, Sing star, Guitar Hero, Jenga, Póker, culo, la Pirámide de tu Vida, los vecinos de arriba usando vegetales en sus relaciones sexuales, la tía que gritaba y el tío al que aplaudimos cuando ambos se callaron. Me llevó en un carro de la compra y me abandonaron en un ascensor con un completo desconocido que me miraba raro. Se rió de mi cuando chocaba dormida contra las puertas. Días en los que compramos Coca-colas para todo el año porque nos gustaba el regalo, en los que cogimos un coche y nos fuimos al Ikea, en los que me quiso hacer "toda una mujer". Cuando no podía dormir, ya fueran las dos, las tres o las cuatro de la mañana me abría la puerta de su habitación con una infusión relajante y una peli. Hicimos un montón de maratones de pelis. Con ella descubrí que el mundo era un pasapuré y las estrellas cada uno de sus agujeros. Hicimos un montón de viajes, a por pimientos, a buscarle los huevos al ciervo, a por helados... Echamos monedas en la hucha de la catedral para pedir deseos. Compartimos opiniones acerca de la gente que pasaba por delante. Hemos bailado por las calles y limpiado el café de las colchas con secadores. Hemos compartido clases, risasllantos, alegrías y decepciones. Me han llenado una habitación de globos dejándose los pulmones. Han pasado por alto momentos en los que me merecía una colleja y me han dado ánimos para seguir cuando se me acababan las fuerzas. Si siguiera no me llegaría el espacio, seguro.


Lo más increíble? Que sigamos haciéndolo.

9 de marzo de 2012

De los silencios que sobraron.

Como la sensación que produce una decepción. Como miles de esas pequeñas sensaciones juntas. Una por cada cosa que no has dicho. Pues así. Hoy, me escapo de mí misma: